Capítulo
2
Los
Israelitas, Los Levitas Y El Sacerdocio
–
Las Clases de la Humanidad Tipificadas por los Israelitas, los
Levitas y el Sacerdocio
– La Consagración de los Sacerdotes
– El Significado de las “Vestiduras Sagradas . . . para
Honra y Hermosura” del Sumo Sacerdote, Típicamente
Considerado
– El Pacto Abrahámico, El Pacto de la Ley, y El Nuevo Pacto
Prefigurados.
Es importante que adquiramos una idea clara, no solamente
de la estructura del Tabernáculo, y de sus muebles y del
significado típico de éstos, sino también debemos saber algo de
los actores allí adentro, y el significado de ellos como tipos.
|
Israel se usa en muchos casos para tipificar a la
Iglesia cristiana. Por
ejemplo, cuando ellos dejaron la esclavitud de Egipto, ellos
fueron un tipo de los hijos de Dios que oyen su llamada para
salir fuera del mundo y ocuparse en su adoración. |
La
jornada en el desierto representa la fatigante peregrinación por
la cual pasan muchos, buscando el prometido reposo de Canaán –
“Venid a mí . . . y yo os haré descansar.”
Como en el tipo, también en la realidad, el prometido
reposo de Canaán no está muy lejos, si los hijos de Dios
tuvieran fe suficiente para ascender y algún día entrar en él
por la fe. Dios ha
hecho abundante provisión para ellos; pero ellos viajan por el
desierto de Sin [que es el símbolo de la jornada por el desierto
del pecado], buscando descanso y nunca encontrándolo porque ellos
carecen de fe en las promesas de Dios. Algunos vagan así por largo tiempo; y algunos nunca entran
en el reposo de Canaán por causa de la incredulidad.
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Pero,
aunque Israel según la carne se usa de este modo y de otras
maneras para tipificar al Israel Espiritual, no obstante
como lo examinamos ahora, en su relación al Tabernáculo,
él es un tipo totalmente diferente.
Aquí Israel incuestionablemente tipificó al
mundo entero de la humanidad.
La ofrenda por el pecado, el sacrificio, la expiación,
etc., hechos típicos por ellos (y por ellos solamente),
eran figuras de los “sacrificios mejores” y de la
expiación hecha a favor de todo el mundo; pues, así leemos:
“Él es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los de todo el
mundo.” – 1 Juan 2:2; Heb. 9:23. |
En
una palabra, Israel,
tanto como el Tabernáculo, los sacerdotes, los levitas y los
sacrificios, eran una figura.
Y lo que fue hecho allá en símbolo con y para Israel,
desde el primer advenimiento de Cristo, está siendo llevado a
cabo de un alto plano, y en gran escala, el último siendo la
realidad, de la cual el primero fue el tipo, figura o sombra.
Como
Israel tipificaba al mundo, entonces la tribu de los levitas
tipificaba a la “familia de la fe”, o todos los que creen en
Jesús y en su rescate. El
sacerdocio, un cuerpo bajo un jefe o Sumo Sacerdote, era típico
del “rebaño pequeño”, el cual, con su “Cabeza” o Sumo
Sacerdote, es un sacerdocio real, los miembros del cual, después
del tiempo presente de sacrificio, serán reyes
y sacerdotes para Dios; y ellos reinarán sobre la tierra. (Apoc.
5:10) Considerándolo
de este modo, vemos a Jesús el Sumo Sacerdote, no como un
sacerdote según la orden de Aarón que era solamente típico de
una grandeza y confesión u orden más grande, la Cabeza del
sacerdocio real del cual otros fueron sólo figuras. (Heb. 3:1;
4:14) El sacerdocio
según la orden de Aarón tipificó principalmente la humillación
y los sufrimientos de Cristo, menos su futura gloria –
Melquisedec era típico de Cristo como un sacerdocio real y noble.
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Pero,
antes que los subsacerdotes, los miembros del Cuerpo de
Cristo, el sacerdocio real, se reúnan con su Cabeza y
comiencen su reino, ellos “sufrirán” con él, compartiendo los sacrificios antitípicos,
como veremos pronto. – 2 Tim. 2:12. |
El
Apóstol Pedro demuestra aquellos que fueron tipificados por el
sacerdocio de Aarón, cuando, dirigiéndose a los que fueron santificados, dice: “Vosotros
. . . sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo,
para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio
de Jesucristo.” “Vosotros
sois real sacerdocio.” (1 Ped. 2:5, 9) Ellos
son todos ministros (siervos)
de la verdad, aunque no todos son predicadores y Doctores de la
Divinidad: y cada cual debe hacer su parte en el acto de abnegación
antes de ser contado digno de ser un coheredero con Cristo.
Solamente para aquellos que sufren con él existe una
promesa de reinar con él. – Rom. 8:17.
Que
la Cabeza o Líder sacerdotal de este sacerdocio, de este “rebaño
pequeño”, es nuestro Señor Jesús, está mencionado repetidas
veces por los apóstoles. Damos
sólo una cita: “Hermanos santos
[el sacerdocio real], participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra
profesión [nuestra orden de sacerdotes, para ser], Cristo Jesús.”
– Heb. 3:1.
Como
pasamos ahora a la consideración de la inauguración del
sacerdocio típico, notamos que la tribu de los levitas (típica
de todos los creyentes justificados)
existía antes de que fuera instituido el sacerdocio.
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Así
en el antitipo el “sacerdocio
real” comenzó con la unción de Jesús, el Sumo
Sacerdote (en el bautismo, Luc. 3:22; Hechos 10:38); pero, los creyentes, justificados por la fe en Cristo, habían vivido por mucho tiempo
antes de esto. Por
ejemplo: Abrahán creyó en Dios, y fue justificado
por la fe. (Rom. 4:2, 3)
Aunque el tipo no había venido en sus días, Abrahán,
como un creyente justificado, era un miembro de la
“familia de la fe”, tipificado por los levitas.
Pero, nadie del “sacerdocio real” fue
seleccionado hasta que después que el Líder o Sumo
Sacerdote de esta orden fuese el primero admitido e
instalado en el oficio. |
Desde
entonces la inauguración y la instalación de los subsacerdotes
han sido la obra especial de esta dispensación cristiana o Edad
Evangélica. De este
modo, los sacerdotes, ahora consagrándose y siendo instalados y
ofreciéndose a sí mismos como sacrificios, están siendo
preparados como instrumentos de Dios para la nobleza del reino, y
por lo tanto para la bendición de todas las familias de la
Tierra.
El Sacerdocio
Sería
bueno notar que en toda la ceremonia relativa a la ordenación y a
la obra del sacerdocio el sacerdote principal era el primero: e
igualmente en el antitípico sacerdocio, Jesús fue el primero
– el Líder, el Autor y el Precursor – esto enseña claramente
que nadie le precedió. Por consiguiente, vemos que ninguno de los patriarcas o
profetas son del “rebaño pequeño”, del “sacerdocio
real”, por otro lado llamado “la novia”, “la esposa del
Cordero”. Aunque
ellos serán grandemente bendecidos como siervos del Señor, el
servicio de ellos no será tan grandemente enaltecido como el de
los sacerdotes, ni su honra tan grande; no obstante, como
representado en los levitas, su futura obra y honra evidentemente
serán grandes.
|
El
“angosto camino que lleva a la vida” (la inmortalidad)
no estaba abierto hasta que viniera Jesús.
Él fue el primero de andar en él.
Él “sacó a
luz la vida y la inmortalidad”. (2 Tim. 1:10) |
Y
aunque todos los creyentes fieles (levitas) se harán posesores de
la vida eterna, y el mundo (representado por el Campamento de
Israel) también, si ellos la aceptan durante la Edad Milenaria,
no obstante solamente el sacerdocio, aquellos que vencen y siguen
su Líder en el angosto camino que lleva a la vida –
sacrificando los intereses humanos – por lo tanto buscando la
gloria, honra, e inmortalidad (Rom. 2:7), eternamente se harán los posesores de este ilimitado
grado de vida llamado inmortalidad, originalmente poseído
solamente por Jehová Dios, y por nuestro Señor Jesucristo desde
su resurrección. – Véase El Plan Divino de las Edades, Estudios X y XI.
La Unción
Bajo
la Ley, la unción era
la ceremonia por la cual los sacerdotes fueron instalados en su
servicio. Ellos
fueron ungidos para su oficio con un peculiar ungüento, llamado
el “aceite de la santa unción”, aplicable a ningún otro,
solamente a los sacerdotes, e ilegal para cualquier otro poseerlo
o hacerlo. (Ex. 30:25-33, 38) Este
aceite tipificó al Espíritu Santo de la adopción por medio del
cual nosotros, el “sacerdocio real” estamos sellados como
hijos de Dios. Únicamente
los consagrados, los sacerdotes, siempre fueron ungidos así.
Aarón,
el típico Sumo Sacerdote, representó a Jesús, la Cabeza, y a la
Iglesia como miembros del Cuerpo – el gran Sumo Sacerdote antitípico.
Siendo nada más que un hombre pecador, igual a otros, Aarón
precisaba lavarse a fin de representar adecuadamente la pureza del
antitipo, Jesús, aquel que no conoció pecado, y su Iglesia, habiéndola
purificado por medio de su sangre preciosa y con el lavamiento del
agua por la palabra. – Ef. 5:26.
Después
de lavarse, Aarón se vestía con las vestiduras sagradas
para “honra y hermosura” (Ex. 28), y finalmente el aceite de la unción fue
derramado sobre su cabeza. (Ex. 29:7)
Cada
pieza de este glorioso vestuario era típica de las
cualidades y los poderes del Gran Libertador – Cabeza y
Cuerpo – como los discernió Jehová, mirando hacia el
futuro, hacia el tiempo de la “manifestación de los hijos
de Dios”, y el cumplimiento en ellos de sus promesas. |
El Sumo Sacerdote
En Vestiduras Típicas
“Para Honra y Hermosura”
“Las
vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el
manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón.” –
Ex. 28:4. |
La
“túnica” blanca de lino representaba la pureza del Sumo
Sacerdote, mientras que su bordado demostraba el resultado de
aquel carácter puro en obras de gracia.
La
“mitra”, una faja de lino fino blanco (típica de la justicia),
usada alrededor de la frente, para la cual el plato de oro, o
“corona”, estaba fijado con una cuerda azul, demostraba que la
corona era justamente
suya.
En
la lámina de oro estaba grabada una inscripción: “Santidad a
Jehová”, así proclamando: Este Sumo Sacerdote está
enteramente dedicado al cumplimiento de los propósitos de Jehová.
La corona de oro también proclamó su realeza: Cristo será
“sacerdote en su trono” – “sacerdote para siempre según
la orden de Melquisedec”. – Zac. 6:13; Sal. 110:4; Heb. 7:17.
El
“Cinturón de Lino” indicaba un siervo justo: el lino – la
justicia, el cinturón – la servidumbre.
El
“Manto del Efod”, de color azul,
representaba su fidelidad. Las
orlas de él estaban hechas de campanas de oro y de adornos en
forma de granada. La
granada siendo una fruta superior, demuestra que el desempeño
fiel de la obra de sacrificio del Redentor había producido un
fruto precioso – la redención de la vida perdida de la raza
humana. Las campanas
de oro significaban que cuando nuestro Sumo Sacerdote aparece en
gloria y hermosura, el fruto de la obra de sacrificio se hará
manifiesto a todos – proclamado
a todo el mundo, como en el tipo las campanas proclamaron esto a
todo Israel. Esto se indica por la proximidad inmediata de las campanas
llamando atención al fruto.
El
“Efod” estaba hecho de tela de púrpura, azul, carmesí,
blanco, e hilos de oro, hábilmente y bellamente entretejida.
Estaba compuesto de dos partes, una suspendida por delante
y la otra por detrás. Estas
dos partes estaban fijadas juntas por dos anillos de oro que
reposaban en los hombros. El
“efod” tipificaba los dos
grandes pactos – el Pacto Abrahámico representado por la
parte delantera, y el Nuevo Pacto representado por la parte
posterior, ambos de los cuales se demuestran de este modo que están
subordinados a nuestro
Sumo Sacerdote. Ambos
pactos están colocados sobre él: si él falla a soportarlos o
falla a llevar a cabo sus términos y condiciones, ellos se caen a
la tierra – fracasan. Pero, gracias a Dios, estos pactos están unidos y firmemente
enganchados en él por los anillos de oro (el poder divino), tanto
como amarrados a él por el “cinto de obra primorosa” – una
cuerda hecha del mismo material como el efod.
|
El Sumo
Sacerdote
En Vestiduras
Típicas De La Gloria Venidera De Cristo
Este
“Cinto de Obra Primorosa” parece decir: Este es un siervo, y como éste es el cinto del Efod nos dice que es “el ángel
del pacto, a quien deseáis vosotros.” – Mal. 3:1.
Una
parte del Efod que representaba el Nuevo Pacto fue
garantizada en el Calvario; pues, ¿no fue la muerte de
nuestro Señor, “la sangre del Nuevo Pacto”, de la cual
comparten sus miembros? – Mat. 26:28; 1 Cor. 10:16. |
La
otra parte está incompleta aún, a la medida que el Padre
celestial ve su cumplimiento en el futuro: pues el Pacto Abrahámico
promete el desenvolvimiento de la Simiente de Abrahán, por medio
de la cual el Nuevo Pacto bendecirá a todo el pueblo, y esta
Simiente aún no está completa. Verdaderamente, nuestro Señor Jesús es la Simiente, sin embargo, Dios había previsto y predicho a la gran
simiente espiritual que incluirá al cuerpo, la Iglesia con la
Cabeza. (Gal. 3:16, 29) Y
el Apóstol indicó que la simiente terrestre de Abrahán también
compartirá el trabajo de bendecir al mundo, no obstante, el
Israel espiritual es la verdadera simiente como está escrito:
“no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.”
– Gal. 4:22-31.
Concerniente
a la simiente natural de Abrahán y como prueba de que ellos no
serán miembros del sacerdote, aquel que hará las bendiciones, el
Apóstol dice: “En cuanto al evangelio [la parte espiritual del
Pacto], ellos [la simiente literal] son enemigos por causa de
vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de
los padres. Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Y este será mi
pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados. Vendrá
de Sion [la Iglesia espiritual] el Libertador [este gran Sumo
Sacerdote, el siervo del Pacto – Jesús, la Cabeza, y el “rebaño
pequeño”, su cuerpo], que apartará de Jacob la impiedad.”
Ellos [Israel]
serán los primeros
bendecidos por la Simiente espiritual o verdadera y pueden más
tarde hacerse colaboradores. – Rom. 11:26-29.
|
Así
entonces, después que el Cuerpo de Cristo completara la
“Simiente” espiritual, esta promesa adicional hecha a
Abrahán con respecto a una simiente terrestre debe tener un
cumplimiento: la simiente carnal debe hacerse grande “como
la arena que está a la orilla del mar”; la Simiente
celestial será como “las estrellas del cielo”. (Gen.
22:17) |
Ellos
deben dirigirse primero a la justicia y a la verdad; entonces
ellos se harán una agencia mediante la cual la simiente
espiritual operará en la prometida bendición de toda la
humanidad con verdad y gracia.
El
carmesí, azul, púrpura, etc., que componían el efod, indicaban
las condiciones de los dos pactos.
El carmesí
demuestra como Dios proveyó la redención a partir de la maldición
adámica por medio de la sangre del rescate.
El lino blanco indica la restauración del hombre a su pureza original.
El azul le concede la ayuda, la habilidad y la fe para mantener su carácter
justo. El púrpura proclama el poder real y cooperativo del Reino.
Todas estas bendiciones se entrelazan simultáneamente y se
hacen ciertas por el poder divino del Sacerdote ungido,
representado en el entrelazado hilo de oro.
De este modo Jehová ha establecido ambos pactos, los
cuales se relacionan con el pueblo, y sobre aquel que es tanto
poderoso como dispuesto para ejecutar estas gloriosas bendiciones
prometidas – “a su debido tiempo”.
“Pectoral
de Juicio”
|
El
“Pectoral de Juicio” – estaba colocado en el frente
del efod. Estaba
suspendido por dos cordones de oro desde los anillos en los
hombros y estaba ligado al efod por medio de un cordón, y
por los anillos de oro – esta ligadura siendo tan
escondida en la parte inferior que para el observador casual
pudiera parecer como una parte del efod.
(Ex. 28:26-28) Este
pectoral bellamente representaba la
Ley: Ella no era parte del Pacto Abrahámico (efod) sino
“fue añadida” a él. (Gal. 3:19) |
Como
los israelitas los consideraban (no reconociendo la misteriosa
conexión), el pacto de Abrahán y “la ley que vino
cuatrocientos treinta años después”, fueron todos uno.
Pero Pablo nos demuestra que había dos simientes que Dios
tenía en mente, la espiritual y la natural, y que el Pacto y la
Ley eran distintos “a fin de que la promesa sea firme para toda
su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para
la que es de la fe.”
– Rom. 4:16.
Este
emblema de la Ley (el pectoral) era una de la más bellas partes
del vestuario del Sumo Sacerdote.
Estaba hecho de los mismos materiales que el efod.
Él tenía en sí, puestas en oro, doce joyas preciosas, en
las cuales estaban grabados los nombres de las doce tribus.
|
Estaba
atado sobre el corazón del Sumo Sacerdote indicando que era
precioso para él. Como
una “coraza de justicia” cubría su corazón.
Aquello que condenaba toda imperfección era su
placer – “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha
agradado, y tu ley
está en medio de mi corazón.” – Sal. 40:8. |
Este
pectoral era dos palmos de largo y un palmo de ancho, doblado en
el medio, es decir, era de un palmo de largo y de un palmo de
ancho cuando fue doblado. La medida, un palmo, indica que la ley de Dios es la medida
total de la habilidad de un
hombre perfecto. El
hombre Cristo Jesús, siendo perfecto, era el único que siempre
guardaba la Ley perfecta de Dios sin violación, mientras que
aquellos que componen el “rebaño pequeño”, su Cuerpo, tienen
su justicia imputada a ellos, y por eso pueden decir
verdaderamente, “para que la justicia de la ley se cumpliese en
nosotros.”
El
hecho que era doble y que las partes eran de igual medida
representa la letra y el
espíritu de la Ley. La
parte frontal contenía las piedras preciosas,
y estaba suspendida por el cordón de oro en los anillos de oro
del efod.
|
La
parte baja estaba fijada en el efod.
Esta mitad inferior, fijada al efod (pacto), parece
representar la Ley en letra, como fue dada a Israel carnal. |
La
parte delantera parece ilustrar el espíritu de la Ley cumplido en nosotros, “que no andamos conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu.” (Rom. 8:4) Los
dos son realmente uno cuando son correctamente observados, pero
solamente la parte delantera sostiene las piedras preciosas.
El
oro puro siendo un símbolo de las cosas divinas,
la dependencia de esta parte de la Ley por un cordón de oro,
desde los anillos de oro, parece enseñar que la Ley es divina;
y sabemos también que es con la ayuda divina que estamos
capacitados para andar – no según la carne, sino según el espíritu.
Es esta fase de la Ley que sostiene las “piedras
preciosas”, puestas en oro, representativas del Israel verdadero,
el “rebaño pequeño” del Señor.
“Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de
los ejércitos, en el día en que yo actúe.” (Mal. 3:17) Así
embutidos en oro (la naturaleza divina) y sostenidos por el cordón
dorado de promesas divinas, ¡qué maravilla “para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros”! – Rom. 8:1, 4.
Cuando
Aarón estaba vestido allí con estas vestiduras hermosas tan
significantes típicamente, y ungido con el aceite sagrado, su
cabeza representaba a Jesús, la Cabeza del Sacerdocio, mientras
que su cuerpo representaba a la Iglesia, completa en Cristo.
¡Cuán conmovedor y significante es un tipo del Sumo
Sacerdote del mundo, sin mancha, y revestido con poder y autoridad
para cumplir los pactos de Jehová!
El Subsacerdocio –
“El Cuerpo” |
Vemos
al Cuerpo, o
miembros del Sumo Sacerdote, de nuevo individualmente
tipificados por los subsacerdotes, que cada cual usaba una
“tiara”, cubriendo su cabeza, para indicar que no era la
cabeza del Sacerdocio, sino meramente un miembro del Cuerpo. Dios dio a Jesús “por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo.”
(Ef. 1:22, 23) Es
por esta razón que Pablo insiste que la cabeza de la mujer
debe cubrirse, indicando que ella no es la cabeza; el marido
y la mujer son típicos de Jesús y de su Novia – la
Iglesia de los Primogénitos. |
Los
subsacerdotes se vestían con trajes de lino y usaban cinturones.
Sus vestiduras representaban la justicia
de Jesús imputada a ellos, y sus cinturones representaban a ellos
como siervos de la
justicia. El Sumo
Sacerdote usaba vestiduras muy similares durante el tiempo de
sacrificio (El Día de la Expiación) y llevaba las gloriosas
vestiduras después de hacer la expiación.
La Unción del Sacerdote
Así
como Aarón tenía el aceite sagrado derremado sobre su cabeza,
igualmente nuestra Cabeza, el Señor Jesús, fue ungido con el
aceite antitípico – el Espíritu Santo – cuando tenía cerca
de treinta años, en las orillas del Jordán, en el tiempo de su
consagración. Allí
él fue ungido “con óleo de alegría más que a tus compañeros”,
como Cabeza sobre todos
sus coherederos. Una medida
del espíritu se da para cada miembro quien de este modo se
consagra; pero Jehová no daba “el Espíritu por medida” a Jesús.
(Juan 3:34) Juan
vio y dio testimonio que nuestro Sumo Sacerdote fue de este modo
ungido, y Pedro añade su testimonio “cómo Dios ungió
con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret.” –
Juan 1:32; Luc. 4:1; Hechos 10:38.
El
aceite de unción fue derramado solamente
sobre la cabeza.
Los subsacerdotes no fueron ungidos individualmente.*
Ellos
fueron reconocidos como miembros del cuerpo del Sumo Sacerdote, y
recibieron su unción solamente en él como su cabeza.
Por esta razón los sacerdotes antitípicos son meramente
participantes del espíritu de Cristo, y solamente aquellos que
están en Cristo Jesús son participantes de la unción que sella a todos
los que serán reconocidos como los herederos de las promesas de
Dios, y coherederos con Jesucristo su Señor. – Ef. 1:13, 14; 4:30.
Éxodo 30:30 se refiere a la unción
de Aarón y sus hijos.
El pensamiento es que cada hijo de Aarón que sucedió al
oficio de Sumo Sacerdote debía ser ungido a su turno, como Aarón
mismo fue ungido en el comienzo.
El
aceite que “baja hasta el borde de sus vestiduras [las
vestiduras del Sumo Sacerdote]” (Sal. 133:2), así representa cómo todos los miembros del
Cuerpo de Cristo deben ser portadores de la misma unción tras su Cabeza. “La
unción que vosotros recibisteis
de él permanece en vosotros.” (1 Juan 2:27)
Este aceite comenzó a tocar al
Cuerpo, en el día del Pentecostés, y se derramó a través
de esta Edad Evangélica, ungiendo a todos los que fueron
verdaderamente bautizados en Cristo, constituyéndolos, con su Cabeza – reyes y sacerdotes
de Dios, para reinar mil años. – Apoc. 20:6.
|
Por
lo tanto, vemos que Aarón, vestido en trajes ceremoniales y
ungido, representaba al Cristo total – la Simiente
completa de Abrahán, en que Dios está a punto de bendecir
a todas las familias de la Tierra. |
Pero
no debemos olvidar que hemos sido observadores del Gran Libertador
desde el punto de vista de Dios, y con él mirando hacia el tiempo
de su manifestación – La aurora del Día Milenario – cuando
todos los miembros deben haber venido al Cuerpo, y cuando el “óleo
santo” se derramará descendiendo “hasta el borde de sus
vestiduras”, ungiendo a cada miembro. (Lev. 10:7)
|
Entonces,
Él comenzará la obra de bendecir al género humano. Por el glorioso reino de este Sacerdote Real constantemente
oramos: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el
cielo, así también en la tierra.” |
Contenido
- Prefacio
- Capitulo 1 -
Capitulo 2
- Capitulo 3 -
Capitulo 4
- Capitulo 5 -
Capitulo 6
- Capitulo 7 -
Capitulo 8
- Indice
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