Si la consagración es hacia el Señor, cada sacrificio de nuestros justos derechos e intereses, en favor nuestro como Nuevas Criaturas, en favor de nuestro esposo o hijos, padre o madre, vecinos o amigos, hermanos en Cristo, es contado por el Señor como hecho para Él; mientras que si los mismos servicios fueran prestados desde cualquier otro punto de vista (por alguien no justificado, y no consagrado al Señor, o simplemente hechos para los individuos y no como un sacrifico hacia el Señor), estas cosas no contarían por nosotros como sacerdotes, como nuestros sacrificios.  Z.’03-407

Estar realmente al servicio del Señor implica, primero, el cuidadoso y continuo estudio del Plan de Dios; segundo, empaparnos de su Espíritu; llevando, en tercer lugar, a un entusiasta celo por su realización (cumplimiento), y a la actividad según nuestras habilidades en su servicio, cualquiera sea el costo o sacrificio que pueda requerir.  Z.’03-164,165

Aquellos que tienen una fe real y sincera en Dios están deseosos de tomar Su Palabra, y con éstos los primeros principios de la doctrina debieran estar establecidos desde el principio; mucha de la superestructura del oro y la plata, y las piedras preciosas debiera ya estar erigida, y la obra estar progresando constantemente.  Aquellos son capaces, si son leales y verdaderos con Dios, de discernir entre verdad y error.  Debemos conocer lo que creemos y por qué lo creemos, y luego ser audaces e intransigentes en declararlo; porque “si la trompeta diese sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?”  Z.’03-167

Si perdemos de vista el hecho que Dios nos examina desde el punto de vista de nuestra voluntad, si pensamos acerca de nosotros mismos y de la estimación de Dios por nosotros de acuerdo con la carne, seguramente entraremos proporcionalmente en las tinieblas, la confusión y el desánimo.  Pero no olvidemos, por otra parte, que el espíritu o la voluntad, es reconocida como viva a causa de su rectitud, porque está en armonía con Dios.  Entonces, nunca seamos negligentes con respecto a la voluntad, o intención que gobierna la conducta de nuestras vidas, sino recordemos que cualquier negligencia significará una pérdida proporcional de vida espiritual.  Una voluntad correcta absolutamente leal puede ser aceptable para Dios en Cristo.  Z.’03-171

Las condiciones en la cuales podemos continuar nuestra relación con el Señor, y nuestra esperanza por una participación en las glorias de la Primera Resurrección están claramente declaradas para incluir la muerte de las obras de la carne, restringiendo las inclinaciones carnales, situándolas en muerte, crucificándolas, finalizándolas en el servicio del Señor y de su causa.  Tal mortificación de las obras del cuerpo, tal combate contra las debilidades de la carne, es de lo que el apóstol habla en otro lugar como una “batalla”, cuando él nos dice que la carne lucha contra el espíritu, y el espíritu a su vez lucha contra la carne, porque son opuestos, y lo serán hasta el final de la vida; y si el espíritu ha sido voluntario, y ha peleado con la mejor de sus habilidades contra las debilidades de la carne, el Señor contará la victoria como completa, a través del mérito del Redentor.  Z.’03-172

Esta es, entonces, la guía por la cual podemos conocer nuestra posición, no sólo al comienzo de la carrera, sino hasta el final de ella, a saber, si somos guiados por el Espíritu de Dios (si es la dirección que estamos siguiendo, si es lo que estamos buscando), entonces somos hijos de Dios; Él reconoce y acepta a todos aquellos que vienen a Él por medio de Cristo y que confían en el mérito del vestido de boda y que continúan en esta actitud de corazón.  Z.’03-173

Debiéramos estar prontos a contar a otros las excelentes nuevas que tenemos; la compasión por la gimiente creación en las distintas pruebas de la vida debiera guiarnos a señalar las promesas del Señor respecto del Reino venidero y las bendiciones que entonces habrá para todas las familias de la tierra.  Cualquiera que no proclame así diariamente, en cada oportunidad conveniente, da evidencia ya sea de falta de conocimiento o de fe en la revelación, o de egoísmo, que el Señor no puede aprobar, y que, si persiste finalmente lo excluirá de participar en el Reino.  Z.’03-174

Todos debiéramos entender que tenemos algo que hacer para comprender las promesas compasivas de Dios para nosotros.  En relación con los asuntos de la vida presente, Él ha prometido que nuestro pan y agua no faltarán, pero esto no implica que debamos despreciar oportunidades razonables para asegurarlos.  Él nos ha prometido también una parte en el reino luego, pero es nuestro deber hacer firmes nuestra vocación y elección. Dios es completamente capaz y está plenamente deseoso de realizar todo de Su parte con relación a cada asunto, pero es para nuestro beneficio que Él nos llama a mostrar nuestra fe por medio de nuestras obras, por nuestra cooperación con Él en todas las formas razonables.  Z.’103-175

El sentimiento general entre los maestros de falsas doctrinas, que piensan que no es necesario, ni recomendable confirmarse en la fe es… que estar confirmado, es convertirse en un fanático.  Y así es si uno es tan inflexible en su mente como para aceptar y sostener tenazmente aquello que nunca ha probado, ni por la lógica, ni por la autoridad de la Biblia.  Pero él no es un fanático irracional que, con fe simple, por la autoridad de Dios, acepta la Palabra de Dios.  Y haciendo así es confirmado en la verdad.  La diferencia entre un cristiano riguroso, tenaz y constante y un fanático es que uno está confirmado en la verdad, mientras que el otro está confirmado en el error.  Z.’03-199

La plenitud de la copa, rebosando, tiene un doble significado.  Es una copa de gozo y una copa de pena, en ambos sentidos desborda.  Aquel que quiera participar de los gozos del Señor, debe también participar de una copa de sufrimiento; debemos sufrir con Él si queremos reinar con Él.  Pero contamos los sufrimientos del presente tiempo como indignos de ser comparados con las glorias que se revelarán en nosotros, y por esto estamos capacitados para regocijarnos en la tribulación. Así como las tribulaciones desbordarán, de la misma forma desbordarán los regocijos, y junto con el apóstol, podemos decir: “Regocijaos siempre en el Señor.  Otra vez digo: ¡Regocijaos!”.  Z.’03-413

Debemos recordar que cada uno tiene sólo un sacrificio; que debe ser presentado al Señor día tras día en el perfeccionamiento de cada oportunidad que se nos presente, para servirle a Él y los Suyos.  Debemos recordar que esto consiste de muchos pequeños sacrificios, algunos de ellos demasiado pequeños para mencionarlos o aún considerarlos, sin embargo necesitamos de ellos para completar el único sacrificio que hicimos al principio de nuestro ingreso a su familia.  Cuando dimos nuestra voluntad, dimos todo lo nuestro; y volver hacia atrás en cualquier pequeño asunto de la vida (cualquier negación de sacrificar lo que pensamos que complace al Señor) es hacer a un lado todo lo que hemos dedicado a Él.  Z.’03-408

¡Cuántos de los futuros miembros del Real sacerdocio encuentran que tienen manchas en este sentido, malicia, astucia, hipocresía, envidia, calumnias!  Es seguro decir, que cada uno tiene alguna, sino todas, de estas debilidades de la carne para luchar contra ellas, especialmente al comienzo de su vocación sacerdotal; ¡cuán cuidadosamente todos debiéramos buscar el poner todo esto a un lado!; Por esto, cada uno deberá encaminar no sólo cada acto de la vida, cada palabra y cada pensamiento, sino, además, cada motivo detrás de sus palabras, pensamientos y acciones, para que más y más puedan ser purificados de la corrupción terrenal, y ser más y más aceptables al Señor!  Z.’03-408

Nuestro Padre Celestial desea que estemos muy atentos a su Palabra, y no pensar por un momento que podemos hacerla mejor al intentar cambiarla o que los tiempos y circunstancias alterarán la pertenencia de nuestra obediencia a Él.  Escuchemos la Palabra del Señor y apeguémonos a ella, no temiendo los resultados, sino teniendo fe en que Aquel que nos guarda nunca duerme, y es demasiado sabio para equivocarse, así como también competente para estar a la altura de cada emergencia que pueda sobrevenirnos como resultado de nuestra obediencia.  Z.’03-218,219

¿Qué es crecer en gracia?  Es crecer en favor con el Señor por medio de una íntima relación personal y compañerismo de espíritu con Él…  Crecer así en gracia y no crecer en conocimiento es imposible; porque el propósito de tal comunión es edificarnos en un conocimiento y asociación más perfectos con el Señor, para llevarnos a un compañerismo más estrecho con el plan divino, y darnos el privilegio de ser “colaboradores con Él” en ejecutar este plan.  Si, por lo tanto, amamos y obedecemos al Señor y deseamos crecer en Su favor, Su Palabra escrita es nuestra meditación y estudio diarios; y así crecemos en conocimiento.  Z.’03-200

Vemos que Dios permite el mal en el mundo para que éste pueda aprender ciertas lecciones de amarga experiencia acerca de la recompensa natural por obrar mal, pero vemos también un ministerio de maldad respecto de los santos, en su prueba, pulimento y refinamiento, preparándolos, y probándolos dignos, como vencedores, para heredar las cosas maravillosas que Dios tiene reservadas para los fieles.  Z.’03-94

Nunca olvidemos que somos “pueblo adquirido por Dios”, separados del gran cuerpo de los cristianos nominales, así como también del mundo, teniendo mayores esperanzas, aspiraciones y ambiciones.  Y favorecidos con una iluminación más clara de lo profundo de Dios, hemos sido llamados de las anteriores tinieblas a su luz maravillosa.  Y si así separados del mundo y de los cristianos que participan en gran medida del espíritu mundano, no nos maravilla que los encontremos fuera de armonía con nosotros, y aún que nos ignoren o se opongan.  Z.’03-164

Las persecuciones de hoy son más sutiles que en cualquier período anterior.  Los fieles de hoy no son apedreados con piedras literales o heridos con flechas literales o literalmente decapitados, pero todavía es cierto que el malvado dispara flechas a los justos, “palabra amarga” y muchos a causa de la fidelidad son reprobados y calumniados y excluidos del compañerismo, “decapitados por el testimonio de Jesús”.  Emulemos todos a Esteban, el primer mártir cristiano.  Hagamos que sus testimonios sean dados con rostros radiantes como el de él.  Que los ojos de la fe perciban a Jesús a la mano derecha de la Majestad en lo Alto como su Abogado y Salvador.  Que nuestras palabras sean moderadas como lo fueron las de Esteban, y le permita la certeza de ellas, como se escribió de él, “lleno de gracia y poder, y lleno del Espíritu Santo”.  Z.’97-57

Nuestro descanso en el Señor es tan completo como nuestra Fe en Él.  Aquel que cree plenamente descansa plenamente; aquel que cree sólo en parte descansa sólo parcialmente.  La condición ideal del israelita espiritual es el logro de un descanso perfecto, un perfecto “guardar del sábado”, en su experiencia presente, y una espera y labor por otro y aún más completo descanso, el real descanso de la condición perfecta, el descanso que queda para el pueblo de Dios.  “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo [sábado], para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia [de Israel carnal]. Hebreos 4:9-11.  Z. ’99-253

Los principios no deben abandonarse bajo ningún aspecto; pero las libertades y derechos personales pueden ser ignorados frecuentemente en interés de otros y para agradar a Dios.  El apóstol Pablo estaba preparado para llegar a cualquier extremo en defensa de un principio (Gálatas. 2:15, 11), pero en el sacrifico de sus derechos terrenales, sus privilegios y libertades por amor a Cristo y la iglesia, el apóstol evidentemente se acercó a nuestro Señor Jesús, y es un noble ejemplo para toda la iglesia.  Z.’97-75

“Un pueblo propio”, no peculiar en el vestir, ni en los modales, ni en el lenguaje, ni en formas o idiosincrasias necias y sin sentido.  Es peculiar porque está separado del mundo y del espíritu del mundo; tiene el Espíritu de Cristo: un Espíritu de plena consagración al Señor, y separación del mundo y sus metas egoístas.  Es peculiar en su apego a la Palabra del Señor como su única ley.  Es peculiar al rechazar la sabiduría del mundo cuando entra en conflicto con la revelación divina.  Es peculiar por estar en el mundo, pero no ser del mundo.  Es peculiar al tener una fe decidida y actuar en armonía con fe, y con celo.  Es peculiar porque se auto sacrifica y no reconoce más voluntad que la voluntad de su Rey.  Es peculiar porque conoce la verdad y es capaz de dar razón por la esperanza que encierra mientras otros meramente especulan, se asombran y dudan.  Z.’97-95

Será bueno para nosotros recordar que todas las gracias del Espíritu, todos los progresos en el conocimiento de las cosas divinas que ya hemos alcanzado y nos han ayudado a acercarnos a Dios y a la santidad, han llegado a nosotros mediante las Escrituras del Antiguo Testamento y mediante las Palabras del Señor y Sus inspirados apóstoles; no será necesario acudir a otros canales por la verdadera sabiduría que nos preparará para la salvación prometida.  Z.’97-170

El Espíritu del Señor impartido a Su pueblo no es un espíritu de temor, sino por el contrario, un espíritu de poder, energía, y celo despertado por el amor; amorosa devoción a Dios, y un deseo de agradarle y servirle; amorosa devoción por la Verdad, y por el pueblo de Dios y un deseo por edificarlo en cosas santas, y de hacer el bien a todos los hombres según tengamos oportunidad; el espíritu de “dominio propio”: un dominio que es fortalecido por la Palabra del Señor en cada asunto, y por esto, aunque no tema al hombre, es sabio al juzgar los tiempos, sazones y métodos para usar la energía de amor que arde como un fuego interior en el corazón consagrado.  Z.’97-170

Estas palabras nos muestran que los miembros del cuerpo de Cristo deben tener un mutuo cuidado sobre el bienestar de unos y otros; mantenerse unos a otros limpios, santos, puros, y asistirse unos a otros para vencer las pruebas y tentaciones, y dificultades del presente mundo de maldad, que surgen de las fuentes de tentación: “el mundo, la carne y el diablo”.  Sólo a medida que cultivamos las diferentes gracias del Espíritu: humildad, mansedumbre, paciencia, amabilidad, afecto, amor fraternal, amor, podemos esperar ser de especial ayuda a otros al ponerse estos adornos del carácter y purezas de la vida, y al deshacerse de la corrupción del mundo y de la carne.  Z.’97-243

Siempre que la depravación natural, la herencia, y los trastornos nerviosos, puedan conducir al espíritu a la impaciencia, al ser taciturnos y susceptibles, todo corazón lleno con el Espíritu del Señor debe oponerle a esta disposición hacia el mal y la carne, y debe librar una buena batalla contra ella.  No es suficiente decir, “es mi forma de ser”, porque todas las formas de la naturaleza caída son malas, es la tarea de la nueva naturaleza vencer a la vieja naturaleza en esto así como también en otras obras de la carne y del diablo: y pocas cosas muestran a nuestros amigos y familiares más que ésta, el poder de la gracia del amor.  Esta gracia a medida que crece hará a cada hijo de Dios de carácter amable.  Z.’97-247

Nunca debemos familiarizarnos o usar malas palabras, métodos o maneras.  Hacer esto es unirse temporalmente con el enemigo, o admitir que sus instrumentos y métodos son mejores que los del Capitán a quien pertenecemos.  Responder al enojo con enojos, a las malas palabras con malas palabras, a las palabras amargas con palabras amargas, calumnia con calumnia, persecución con persecución, golpe con golpe, o cualquiera de éstas, sería esforzarse por vencer el mal con mal.  Esto, que es natural en nuestra carne caída, es lo que se nos manda evitar, para que podamos cultivar más completamente la nueva naturaleza.  Ser desviado por el adversario para usar sus métodos en cualquiera de estas formas es ser vencido por el mal.  Z.’97-267

Todos los que buscan enseñar el plan divino a otros están expuestos a tentaciones peculiares, así que el honor de servir al Señor y a Su pueblo demanda correspondientemente una gran medida de las gracias del Espíritu Santo, así como también de cualquier conocimiento, por lo tanto, que sea un instructor de otros, un vocero del Señor, debe cultivar las diferentes gracias del Espíritu Santo, incluyendo la mansedumbre; para que estas combinaciones, el amor con el conocimiento, puedan edificarle a él mismo así como a aquellos para quienes ministra.  Z.’97-277

Pablo nos exhorta a que todos cultivemos la gracia de la humildad, y que en todo asunto cada uno tenga en cuenta que “nada se haga por contienda o por vanagloria”, que la auto alabanza y los esfuerzos por preeminencia sean completamente echados a un lado como los mayores enemigos del Espíritu del Señor y de la bendición de la iglesia.  Al contrario, cada uno debiera tener esa humildad de mente que puede ver las buenas cualidades de los compañeros y apreciar algunos de estas cualidades al menos como superiores a las propias.  Todos los talentos y todas las habilidades, nunca pueden esperarse en cualquier persona ni en cualquier congregación, entonces, cada uno puede, si es de mente humilde ver en otras buenas cualidades o gracias buenas, superiores a las propias, y debiera gozarse en reconocerlas y estimar a los que las poseen correspondientemente.  Z.’97-296

Si estuviéramos viviendo cerca de Él, “caminando con Dios”, no nos sentiríamos perfectamente satisfechos con los logros presentes, las condiciones, etc.; sino que nos sentiríamos como peregrinos y extranjeros buscando un mejor descanso, un mejor hogar, “que Dios ha preparado para los que le aman” (I Corintios 2:9).  Pero, como explica el apóstol (versículo 7), esto es cierto sólo para los que andan por fe, y no por vista.  “Pero confiamos [llenos de fe hacia Dios, nos regocijamos de andar por fe], y mas quisiéramos estar ausentes del cuerpo [sin hogar, peregrinos y extranjeros en la tierra] y presentes al Señor” en el espíritu de nuestra comunión.  Z.’97-305

“También vosotros ahora tendréis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.”  Juan 16:22

He aquí una parte importante de la gran batalla de la vida del cristiano.  Debe combatir las tendencias naturales de la vieja naturaleza y confiadamente anticipar la victoria en la fuerza del gran Capitán de su salvación.  No debe sucumbir a las adulaciones y engañosas influencias de la prosperidad, ni debilitarse bajo el peso de la adversidad.  No debe permitir que las pruebas de la vida amarguen y endurezcan su disposición para hacerlo hosco o malhumorado, o amargado o descortés.  Ni debe permitir que el orgullo o la ostentación o la santurronería crezcan y se alimenten de las buenas cosas temporales que la providencia del Señor le ha concedido para probar su fidelidad como mayordomo.  Z.’95-20

Es un crimen muy serio contra la ley de amor y contra el mandato del Señor, hacer que uno de sus hermanos tropiece (Mateo 18:6), pero también sería un crimen a su vista que hagamos tropezar a otros, que les impidamos convertirse en hermanos y ser de la familia de la fe.  De aquí que, es claro que aunque el conocimiento debiera remover toda prohibición de nuestras conciencias y toda restricción de nuestra libertad, sin embargo, el amor debe estar primero y aprobar la libertad antes que podamos ejercerla.  El amor pone un mandamiento firme sobre nosotros diciendo, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo.  El amor, entonces, y no el conocimiento, ni la libertad, deben decidir finalmente todo asunto.  Z.’03-43