Usted no querría que su prójimo usara el cerebro y la lengua en malvadas suposiciones y calumnias contra usted; y usted no debiera hacerle eso a él.  La ley del Señor manda que todos los que están bajo su pacto deben prestar atención a no proferir una sola sospecha contra su prójimo y que si la sospecha más allá del conocimiento fuera forzada en la mente por circunstancias asociadas, la nueva mente debiera prontamente, con su benevolencia, balancear las sospechas con sugerencias de alguna posibilidad de mala información o mala interpretación, y siempre dar al aparente culpable el beneficio de la duda.  Z.’99-72

Hay una franqueza en este discurso que es digna de ser copiada por todos los que tienen influencia sobre otros, y, que están buscando el traerlos al camino correcto.  Exhortadlos a la prontitud, a la plena y completa obediencia, a una plena confesión del Señor y la Verdad.  Si no están inclinados a obedecer con rapidez luego que los ojos de la fe han visto al Señor, y luego que sus vidas han oído su voz, con menos probabilidad lo harán luego de un tiempo, cuando el mundo y la carne, y el diablo le digan: no seas un extremista; sé moderado; no hagas una plena consagración al Señor.  Tus vecinos y amigos pensarán que te has vuelto loco y esto interferirá con tus esperanzas y proyectos, y volverá a tus amigos en enemigos.  Te costará demasiado; anda despacio.  Z.’01-186

Esta es la recompensa especial de aquellos que están corriendo la carrera con sufrida paciencia en el tiempo presente, en el período de Laodicea.  Mientras que no fue nuestro privilegio escapar a la hora de tentación, si es nuestro privilegio tener una bendición especial como resultado de vivir en el tiempo de la Parusía (presencia) de nuestro Señor.  Podemos tener Su compañía, Su instrucción, Su dispensación de alimento espiritual que es ahora “el alimento a tiempo”, en una forma y grado en la cual ninguno de los fieles de los pasados períodos lo disfrutaron.  Pero como podríamos esperar, este grandísimo favor es correspondientemente compensado por las sutiles, severas pruebas de esta hora de tentación que viene sobre el mundo entero.  Si alguna vez la suficiente paciencia fue necesaria, es ahora.  Z.’01-118

Si todo el pueblo consagrado del Señor pudiera ser traído al punto donde la meta principal es la vida, el peso de todas sus oraciones, fuera que pudieran tener una mayor medida del Espíritu del Señor, el espíritu de la santidad, el espíritu de Verdad, el Espíritu de Cristo, el espíritu de dominio propio, ¡qué bendición significaría!  Si luego lucharan con el Señor hasta la aurora del día, el mantenerse firmes en Él les aseguraría traerles la deseada bendición.  El Señor se ha revelado a sí mismo a su pueblo con el mismísimo propósito de darles esta bendición; sin embargo, Él la retiene hasta que aprendan a apreciarla y desearla sinceramente.  Z.’ 01-271

Dejemos que otros reverencien a la persona o cosa que quieran; nosotros, que hemos probado la gracia del Señor, que hemos llegado a conocerle por medio de su Palabra y a través de Sus providencias y por el poder del espíritu por el cual somos engendrados otra vez a novedad de vida, nosotros no podemos hacer otra cosa que reverenciar a nuestro Dios; y reverenciándolo debemos creer en Él implícitamente; y creyéndole implícitamente gustosamente caminaremos en cualquier camino que pueda señalarnos; y creyendo y caminando así estamos contentos, cualquier suerte que tengamos, ya que es su mano la que nos guía.  Y estemos seguros de que, siguiendo al verdadero Pastor de esta forma, finalmente alcanzaremos el redil celestial.  En estas promesas tenemos gozo, paz y bendición de corazón, aun en la casa de nuestro peregrinar, antes que alcancemos la ciudad celestial.  Z.’01-284

La batalla con uno mismo es la mayor batalla, y tenemos la palabra del Señor acerca de esto, que mayor es “el que se enseñorea de su espíritu (su propia mente, voluntad), que el que toma una ciudad”, porque, en este grado ha aprendido a ejercer la combatividad de un verdadero carácter en la dirección correcta, en el dominio propio.  Es luego que hemos tenido considerable experiencia en combatir el pecado y el orgullo en nosotros mismos, en echar fuera la viga de nuestro ojos, en someter el enojo, la malicia, el odio y la contienda en nuestros propios corazones y carne, es entonces, y por medio de esta severa batalla y experiencia, que estaremos probados para ayudar a los hermanos, y ayudar a nuestros prójimos en sus dificultades, para ayudarlos a vencer sus dificultades y debilidades.  Z.’01-295

Esto no es porque Sus enemigos habían encontrado en Él algo que pudiera apropiada y justamente ser injuriado y de lo cual pudiera hablarse mal; ni tampoco porque Sus enemigos estuvieran tan cercanos a la perfección que Él no pudiera hallar nada para ser injuriado o hablar mal; sino porque Él estaba tan lleno de sumisión a la voluntad divina que fue capaz de tomar las burlas y quejas de la gente, y llevar esto humilde y pacientemente, y recordar que para esto fue llamado; por esto Jesús soportó y aprendió las lecciones pacientemente, y se probó a Sí mismo fiel, y desarrolló y demostró Su verdadero carácter, y sintió y manifestó Su compasión por la gente, en su ceguera e ignorancia y Su amor por ellos. Z. ’01-298

Como nuestro Maestro fue aborrecido sin causa, que sea con nosotros así tanto como sea posible, que el odio, la malicia, la envidia y el homicidio que pueda derramarse en nuestra contra sea completamente inmerecido por nosotros, que nuestras vidas sean tan completamente puras como sea posible; que tanto como seamos capaces, nuestros pensamientos, palabras y hechos puedan cantar las alabanzas de nuestro Señor, y hablar de nuestro amor por todos los hombres, especialmente por la casa de la fe.  Luego cuando la iglesia haya sido glorificada, y una nueva dispensación inaugurada, aquellos que ahora nos aborrecen… se inclinarán ante nosotros, como los Ungidos del Señor, y tendremos el gran placer de elevarlos… y ayudarlos para que vuelvan a la plena imagen y semejanza de Dios.  Z.’01-300

Si pudiéramos mantener en la memoria el hecho de que cada prueba, cada persecución, cada dificultad en la vida, que se permite venir sobre aquello que ha hecho el pacto de sacrificio con el Señor, está dirigido a probarlos, a probar su amor, para saber si sus caracteres están fijos o no, enraizados y establecidos en la justicia, y edificados en amor, esto pondría a todas estas pruebas, dificultades y tentaciones en una luz nueva ante nosotros, y nos ayudaría grandemente en luchar una buena pelea y vencer.  Podríamos decir, si por estas pequeñas pruebas el Señor está probando mi amor y devoción hacia Él, entonces, por muy insignificantes que puedan ser o por muy importantes, las usaré diligentemente como oportunidades favorables para demostrar a mi Señor la plenitud de mi amor y la devoción hacia Él y Su causa.  Z.’98-41

En cualquier parte del servicio del Señor que Él se complazca en abrir la puerta de la oportunidad para nosotros, debemos entrar con prontitud y con energía, con celo por Él y por la causa a la cual nos ha llamado.  Esta es una condición para ser aceptados por parte de Él. Si somos perezosos, desatentos a las oportunidades, indudablemente nos serán quitadas, y dadas a otros, porque el Señor es abundantemente capaz de levantar a uno u otro, para servir Su causa sin interferir, o demorar nuestra libertad moral para actuar.  Apreciamos cada vez más el privilegio que gozamos al ser colaboradores de Dios, y especialmente en relación con este gran servicio que nuestro Señor y Maestro Jesús está ejerciendo, a cuyo compañerismo hemos sido llamados, como Su Esposa y coherederos.  Z.’01-318

El corazón, la voluntad, así dada a Dios, busca conocer la voluntad divina, discernir el pensamiento divino y obedecerlo en palabra y en acto; y en proporción a que esta condición de la nueva mente es alcanzada, en esta misma proporción comenzará allí una novedad de vida en cada aspecto, en ambiciones, esperanzas, sentimientos y esfuerzos.  Es por esta razón que la revelación de la voluntad y plan divinos es proporcionada a los creyentes, para que creciendo en el conocimiento de éstos, pensando en estas cosas, llenando la mente con el plan y voluntad divinos, la influencia transformadora pueda entenderse a cada avenida de la vida. Z. ’01-324

Concierne al pueblo consagrado del Señor limpiar cuidadosamente las impurezas, y ver que no entren en nuestros corazones, nuestros pensamientos, comprendiendo que con ellas dentro, el resultado será para nuestra deshonra, en mayor o menor grado.  Cualquiera que mantenga pureza de pensamiento tendrá que ejercer comparativamente poco esfuerzo en mantener la pureza de palabra y acción. Sea que la impureza venga de un lado u otro (del mundo o de la carne o el diablo), su ataque será antes que nada sobre la mente; y si es repelida allí la victoria está ganada; si no es repelida, no podemos saber cuáles pueden ser las consecuencias, como declara el apóstol Santiago: “la concupiscencia [el deseo egoísta de cualquier clase], después que ha concebido [en la mente], da a luz el pecado [desarrolla palabras o hechos pecaminosos]; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Z. ’01-325

Cuán grande bendición sería para todos los Israelitas espirituales aprender bien esta lección; a saber, que si aceptamos los resultados de cualquier asunto como buenos, y si comprendemos que somos guiados a tales resultados por la providencia divina, debiéramos pensar y sentir más generosamente, más amablemente, hacia aquellos que fueron los instrumentos usados por la providencia, a pesar del hecho que ellos pudieran haber sido instructores involuntarios, o, como los hermanos de José, hubieran realmente deseado resultados opuestos. Aquellos que son capaces de tomar tal visión de las cuestiones y fuerzas que operan en sus vidas diarias son capaces de ir “siempre en triunfo en Cristo Jesús”, como lo expresa el Apóstol. Y tales no encuentran lugar para la amargura o las quejas, aun contra Satanás o contra cualquiera de sus siervos. Z. ’01-331

No todos lo saben, pero es un hecho que la cualidad más grande que un hombre puede tener, y la que trae la mayor cantidad de bendiciones, es el ejercicio de la cualidad a semejanza de Dios de la misericordia, la compasión, la benevolencia. El Señor pone gran énfasis sobre esta cualidad de la misericordia, declarando que cualquiera puedan ser nuestros otros logros de conocimiento o de gracia, si no tenemos ésta nunca podemos ser aceptados por Él, si no tenemos misericordia por otros, tampoco nuestro Padre celestial tendrá misericordia por nosotros. Y para asegurarnos de que no consideramos esta misericordia meramente como una forma exterior, una expresión de perdón y benevolencias, nuestro Señor expone el asunto, diciendo, “si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”… Sólo los misericordiosos obtendrán misericordia; y si no tenemos misericordia de las manos del Señor estamos perdidos; porque por naturaleza somos hijos de ira, como otros, y estamos bajo justa condenación. Z. ’01-332; ’00-70

“Nunca, nunca pueden perder su camino”. Z. ’02-365

Necesitamos tener algún criterio, es decir, algún asunto que nos ayude a decidir, que capacite a la mente para alcanzar una rápida decisión. Este criterio debe ser la voluntad de Dios; para que al percibir la voluntad del Señor con relación a cualquier cuestión ésta esté determinada, tan pronto como sea discernida… La habilidad para decidir rápidamente, y para decidir siempre en la forma correcta cuál es la voluntad del Señor, requiere alguna experiencia y disciplina; pero cuanto antes comencemos más pronto llegaremos a ser adelantados. Cuanto más enérgicamente nos dispongamos para conocer la voluntad del Señor y hacerla, y para mostrarle con nuestra prontitud que nos deleitamos en hacer Su voluntad, tanto mayor y más rápidamente encontraremos nuestros caracteres establecidos sobre líneas apropiadas. Z. ’02-42

Fue Dios quien proveyó para nosotros la redención que es en Cristo Jesús, y es Dios quien nos ha acercado a Él y que nos ha prometido a nosotros toda la gracia necesaria para caminar en los senderos de justicia; y más, seguir en las pisadas de Jesús en el camino de autosacrificio. Mientras, por tanto, con temor y temblor (con mucho cuidado) nos esforzamos por ocuparnos en nuestra salvación, es siempre nuestro privilegio comprender la gracia prometida para ayudarnos en todo tiempo de necesidades, y para estar confiados que nuestros mejores esfuerzos hacia la justicia son aceptados por Dios cuando se presentan a través del mérito de la justicia de Cristo, imputada a nosotros por fe. Z. ’97-147

Para tener el curso apropiado en la vida, para ser capaces de afrontar las pruebas y dificultades de la vida a medida que nos llegan, y para afrontarlas con el apropiado espíritu que el Señor dirige, en el espíritu de gozarnos en las tribulaciones, y contar tales experiencias con todo gozo, es necesario que todo temor hacia el hombre, que trae una trampa, sea removido. Y es la enseñanza de nuestro Señor que temamos a Jehová, y no temamos a nuestros compañeros mortales. Los justos son valientes como un león, así como gentiles como una paloma, y mansos como un cordero. Esta peculiar combinación debiera encontrarse en cada cristiano, y dudamos que pueda encontrarse en otro lugar. Z. ’02-45

La prueba de soportar el sufrimiento es ciertamente una de las más severas pruebas de fidelidad a la cual la iglesia elegida, el cuerpo de Cristo, está sujeta. Es la prueba que mide y registra la fuerza de todas las otras virtudes y gracias, y ningún soldado de la cruz será coronado con los laureles de victoria si no ha resistido esta prueba… En la batalla de este día, como en todas las batallas, el esfuerzo del enemigo es sorprender y atacar súbitamente y abrumar al pueblo del Señor; y la única preparación, por lo tanto, que puede hacerse para tales emergencias es la constante vigilancia y oración y vestir la completa armadura de Dios: la Verdad y el Espíritu de Verdad. Z. ’94-155

Hay mucho significado en la palabra “estudio”; y sólo los estudiosos encuentran el camino angosto a la aceptación y aprobación divinas. Estudia para presentarte aprobado, estudia la doctrina; estudia el curso de tu conducta, para mantenerla en armonía con la doctrina. Estudia cómo promover la paz y prosperidad de Sión y cómo escudarte a ti mismo y a otros de los dardos del error y del veneno de un espíritu malvado y mundano. Estudia para realizar los deberes de un fiel soldado de la cruz, tanto los aparentemente insignificantes, como los hechos más valientes y nobles. Z. ’02-318

Queridos hermanos, a medida que comprendemos que Dios nos ha contado dignos de examinar el libro de Su plan que nos ha sido revelado por nuestro bendito Señor Jesús, el León de la tribu de Judá, probemos nuestro mérito para continuar examinándolo y leer las maravillosas cosas de Su ley, por fiel obediencia y lealtad a ella en todas las cosas. No subestimamos nuestro gran privilegio al ser contados dignos de tener alguna parte en el bendito ministerio de reflejar la luz de la Verdad divina: probemos ser joyas de un valor poco común, diamantes en verdad, recibiendo de corazón y transmitiendo bellamente la luz de la Verdad, y soportando fielmente la más severa presión que Dios pueda permitir sobre nosotros; porque si somos fieles en estas pequeñas cosas seremos a su debido tiempo contados dignos también de reinar con Cristo en poder y gran gloria. Z. ’02-333

Si algún hombre desea honor por parte de Dios, que no falle en seguir el camino señalado por Dios, por la senda de la humildad; porque el Señor da Sus favores al humilde. Si vais a ser un utensilio aprobado para el uso del Maestro y un utensilio para honra, humillaos bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo. Tampoco estéis apurados con respecto a esto; pero todo lo que nuestras manos encuentren para hacer hacedlo con vuestras fuerzas, comenzando y continuando siempre por limpiar vuestros vasos terrenales, para que puedan ser aptos para el uso del Maestro. Z. ’02-319

Debemos recordar, cuando hablamos con aquellos que tienen oído para oír y están preguntando por el camino hacia el Señor, que hay grandes crisis en la vida de los hombres, ocasiones trascendentales decisivas, en las cuales una palabra puede ser más valiosa, más poderosa que cien palabras o mil palabras en otro momento, bajo circunstancias diferentes; y debemos ser instantáneos en el servicio del Señor; sea oportuno o inoportuno para nosotros, gustosamente dispuestos a entregar nuestras vidas por los hermanos… Sin embargo, debemos distinguir entre inoportuno para nosotros e inoportuno para otros; y estar deseosos de servir a otros en cualquier momento, no importa cuán inoportuno sea para nosotros, si es oportuno y a tiempo para ellos. No debemos introducir ni el Evangelio en momentos inoportunos, sin importar cuán conveniente pueda ser para nosotros la ocasión. Z. ’02-381

El notar estos pequeños incidentes por los cuales la divina providencia preparó el nacimiento de nuestro Salvador y para enviar el mensaje del Evangelio, fortalece la fe del pueblo del Señor. El comprender el cuidado del Señor en el pasado aun sobre cosas pequeñas, da fundamento a la confianza en Su sabiduría y la provisión para los aspectos de Su plan que son aún futuras; el cumplimiento de todas las preciosas y grandísimas promesas que se centran en Él que nació en Belén. Y así también el comprender las divinas providencias del Señor con respecto a los asuntos más personales y privados de Su pueblo. Z. ’00-8

Aunque no podemos concordar que este sea el día apropiado para celebrar el nacimiento de nuestro amado Redentor, sino que debemos insistir en que fue alrededor del 1 de octubre, (Volumen 2, p. 54). Sin embargo, aunque Él no declaró Su deseo que debiéramos celebrar Su nacimiento, es poco importante en qué día este evento, de tanta importancia para todos, es celebrado. En este día, tan generalmente celebrado, podemos apropiadamente unirnos a todos aquellos corazones que están en actitud de amor y apreciación hacia Dios y hacia el Salvador.  La costumbre de dar pequeños regalos unos a otros en esta época del año nos parece especialmente apropiada. Dios es el dador de todo don bueno y perfecto. El está dando continuamente y nosotros estamos recibiendo continuamente de Él; pero entre todos Sus dones aquel de mayor importancia para nosotros es el regalo de Su Hijo para ser nuestro Redentor. Z. ’03-457

“Esfuérzate y sé valiente”. Hay diferentes clases de valentía; hay una clase que nace del egoísmo y la confianza propia; otra clase nace de una temeridad que falla al considerar las dificultades de la situación; pero la valentía que inculca el Señor, y que todos los Israelitas espirituales deben buscar poseer, es la que, mientras fría y calmadamente discierne las pruebas y dificultades del camino y mientras humildemente comprende su insuficiencia para la ocasión, es sostenida por una fe en el Señor, una confianza en las promesas divinas que los capacita para ser fuertes en el Señor y en el poder de Su fuerza. Z. ’02-285

No debemos poner nuestra fe en líderes, sino en el Señor. Esto no significa que no debemos confiar en líderes, y no debemos reconocer líderes, porque toda la historia de la relación de Jehová con Su pueblo, el pueblo típico así como el antitípico, nos muestra que Él se complace en usar agentes humanos como sus representantes para enseñar y guiar a Su pueblo de gracia en gracia, de conocimiento en conocimiento. La lección que debe aprenderse es que el Señor es completamente capaz de manejar su propia obra, y que aunque podemos buscar Sus enseñanzas por medio de agentes humanos, nuestra confianza no está en ellos, en su sabiduría, en su fuerza, sino en la sabiduría y la fuerza del Señor, guiándolos a ellos y a nosotros por medio de ellas. Z. ’02-284

Queremos pedirle al Señor, nuestro Maestro y Cabeza que nos bendiga más y más, a medida que con celo fresco perseveraremos fielmente y con gozo beber del arroyo de las experiencias de la vida, y ganaremos sabiduría de esto para ajustarnos y prepararnos para Su servicio luego; las cuales serán las más apropiadas y nos preparan para Su servicio también en el tiempo presente, y nos capacitan por Su gracia a mostrar Sus alabanzas en todas las circunstancias de prueba y vicisitudes de la vida para glorificarlo en nuestros cuerpos y espíritus que son Suyos. Mientras bebemos del arroyo, tomemos una lección de los pajarillos, que, mientras beben, repetidamente levantan la cabeza como si dieran gracias a Dios. Demos gracias continuamente a nuestro Señor por cada experiencia de la vida, por cada lección, por cada prueba, apropiándonos de todas ellas para nuestro desarrollo espiritual. Z. ’02-14

Todo el pueblo del Señor, en proporción a que deseen ser siervos de la Verdad, debieran estar continuamente alertos para encontrar oportunidades de servicio, y debieran esperar el ser guiados y usados por el Señor. Dondequiera que veamos evidencias de devoción al Señor y Su Palabra, debiéramos estar alerta para extender una mano de ayuda… Debemos estar alertos para pasar la bendición que hemos recibido, y para estimar que éste es el principal negocio en la vida para aquellos que se han consagrado al servicio del Rey de reyes. Z. ’02-71

A medida que revisamos las guías de la providencia divina durante el año que ha pasado, dejemos que la bondad y misericordia de Dios estimule nuestra fe y confianza en Él con respecto al Año Nuevo que llega.  Una retrospección apropiada por parte de un hijo consagrado de Dios lo capacitará no sólo a dar gracias por el pasado, sino a elevar la mirada y levantar su cabeza, comprendiendo que nuestra salvación está más cerca que cuando creímos al principio; y que Aquel que comenzó una buena obra en nosotros es capaz y está deseoso de completarla, si nosotros continuamos sometiendo nuestras voluntades, nuestras vidas, nuestro todo, a Su sabiduría y amoroso cuidado. Z. ’00-365

El fin del año es un excelente momento para realizar nuevas resoluciones para el año venidero. Hagamos, amados hermanos, muchas buenas resoluciones respecto a lo que estaremos deseosos de ser, hacer, sufrir, en compañía de nuestro Señor; para que por Su gracia hagamos de éste el mayor año de nuestras vidas, el año de las mayores esperanzas, los mayores esfuerzos, y por la gracia del Señor los mayores éxitos en autosacrificio, en vencer al mundo y su espíritu, en derrotar al yo y a los deseos de la carne, en resistir al adversario, y en glorificar a nuestro Señor y bendecir a Su pueblo. Z. ’99-286