EL PRIMER DÍA O ÉPOCA.
El Génesis guarda silencio absoluto acerca de la formación original de la
Tierra. Dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra
empero estaba sin forma y vacía.” No había ni montañas ni valles, ni ríos ni
mares, ni árboles ni flores, mas hubo la tierra. El tiempo
transcurrido desde su creación no lo sabemos. La historia bíblica trata
únicamente de los Días Creativos en que la tierra estuvo en vías de
preparación para que el hombre la habitara.
Hay varias teorías respecto a su formación. Es de nuestra preferencia la que
más se asemeja a la descripción del Génesis: la de Vail. Esta supone que los
círculos alrededor de Saturno y de Júpiter ilustran el desarrollo planetario
de la tierra.
Que la tierra fue una masa derretida está probado por las rocas ígneas del
periodo Azóico, así llamado por los científicos, mas no por la Biblia.
Estando aún en ese estado, grandes cantidades de agua y minerales se le
desprendieron en forma de gases, que al enfriarse se convirtieron en
círculos a cierta distancia a que se hallaban del centro de gravedad. Estos
anillos al aproximarse a la tierra fueron repulsados por la fuerza
centrífuga desarrollada con más intensidad cerca del ecuador. La Energía
Divina “que cobijaba la superficie de las aguas” produjo una luz,
probablemente algo parecida a la Aurora Boreal, pero que no fue la luz del
sol es un hecho indiscutible, porque el astro rey no apareció hasta el
cuarto Día.
Brevemente se suman los acontecimientos de los siete mil años comprendidos
en el primer Día, en las palabras: “Haya luz, y hubo luz.” Pero aun cuando
la palabra de Dios sea más que suficiente para hacer cualquier milagro, Él
prefiere emplear los medios naturales para llevar a cabo sus designios
gloriosos. - Génesis 1:3.
Hay hombres de ciencia que sostienen que alrededor de la tierra existe otro
círculo -un círculo eléctrico- que al descender destruirá toda fermentación,
microbios y parásitos, y dará gran impulso a la vida vegetal y animal.