LAS PRÉDICAS DEL PENTECOSTÉS.
Doce Apóstoles solamente recibieron la ordenación especial que los
constituía medios de comunicación entre Jesús y su Iglesia. Sus decisiones
habían de ligar sobre la tierra las cosas ligadas en el cielo, y desatar las
cosas desatadas por Dios. Y así y con todo ellos no fueron sancionados por
el Padre hasta el Pentecostés, cuando recibieron su Espíritu Santo. Nadie,
según las Santas Escrituras, tiene el derecho de predicar sin haber recibido
el Espíritu Santo, y todos los que lo hayan recibido tienen el derecho de
predicar sin ceremonia alguna de ordenación. -Isaías 61:1.
Este es el significado de las palabras del profeta Isaías respecto a Cristo
y su Iglesia: “El Espíritu de Jehová está sobre mí, por cuanto Jehová me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos.” Todos cuantos hayan
recibido esa ordenación tienen el derecho de predicar las buenas nuevas, y
el que no la haya recibido no puede ser Embajador del Altísimo.
Cumpliendo Jesús su palabra a San Pedro cuando le dio las Llaves del Reino,
le permitió emplearlas en la predicación del Evangelio. La primera la usó el
día del Pentecostés, cuando abrió la puerta de la oportunidad a todos los
judíos para que pudieran participar de la unción del Espíritu Santo y
llegar a ser miembros del Cuerpo de Cristo. Tres años y medio transcurrieron
antes de emplearse la otra Llave, y en esta ocasión la oportunidad fue
concedida a los gentiles. Cornelio fue el primero que se aprovechó de las
condiciones, siendo aceptado como miembro del Cristo.
Miles de judíos piadosos, obedientes a los mandatos divinos, acudían
anualmente a Jerusalem a conmemorar el Pentecostés, y las prédicas de éste
les llamaron mucho la atención; al regresar a los varios sitios de su
residencia llevaron consigo bendiciones y conocimientos nuevos que esparcían
por todo el mundo.
Y habrá otro Pentecostés. Los siervos especiales del Señor son los únicos
que comparten las bendiciones del primero y heredan el Reino, pero bajo el
dominio del Mesías, el Espíritu de Dios será derramado sobre toda carne, y
verá la humanidad entera aquello de que tanto hablaron los profetas. -Joel
2:28-29; Hechos 2:16-18.
St. Peter Preaching
Restitution
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