LA CRUZADA Y LOS CRUZADOS.
Se hizo popular en Europa llamarse cristiano. Casi todo el mundo era
considerado como tal si no lo negaba, asegurando que era judío. Se apoderó
de todos cierta somnolencia religiosa que fue de repente trocada en el más
loco entusiasmo por un movimiento de fervoroso fanatismo que reclamaba el
derecho de declarar la guerra a los infieles, eso es, a todos los que
no profesaban la fe cristiana. La Cruzada dejó una huella sangrienta en las
páginas de la historia. Movidos por el espíritu de su tiempo, millares de
los más nobles ejemplares de la caballerosidad se convirtieron en paladines
de la Cruz en contra de la Media Luna. Lo que más les dolía era ver que la
Ciudad Santa yacía bajo el dominio de mahometanos, y fueron innumerables las
vidas que se sacrificaron “por rescatar el Santo Sepulcro del poder del
turco infiel.”
Dado el modo de pensar de nuestro día se tacha de fanático y estúpido el
movimiento que conmovió profundamente a toda la Europa. Pero algún día se
tendrá que confesar que el cristianismo de hoy está tan extraviado como en
el tiempo de la Cruzada. ¿No se figuran los gobiernos de la tierra ser
divisiones de la cristiandad, o sea del dominio de Cristo,
que esto es lo que significa la palabra? ¿No continúan la construcción de
inmensos “Dreadnaughts” que cuestan una fortuna cada vez que descargan uno
de sus formidables cañones? ¿No mantienen vastos ejércitos equipados con los
más modernos instrumentos de guerra? ¿Y para qué? Sin duda será por una de
dos razones: o bien porque abrigan malas intenciones hacia las demás
naciones cristianas, o porque desconfían de ellas. ¡Qué abominable
aparecerá todo esto algún día!
¡Cuánto mejor será cuando la Palabra de Dios sea aceptada por todos, y la
justicia y el amor gobiernen al mundo! Entonces las riquezas y la noble
energía gastadas en vano en la Cruzada, en vapores de guerra y en armamentos
nacionales, se emplearán en el mejoramiento de la raza humana. El Reino del
Mesías, y únicamente ese Reino, será capaz de restaurar al hombre a la
imagen y semejanza de su Creador y de volver glorioso al estrado de sus
pies.
Burning Jews
--Middle Ages
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