LA CENA.
Cinco días después de hacer Jesús su entrada triunfal en la ciudad de
Jerusalem en calidad de Rey, celebrábase la Fiesta de la Pascua. Esa fiesta
conmemoraba la salida de los israelitas de Egipto cuando a los primogénitos
les fue perdonada la vida por medio de la sangre del cordero que rociaron en
los marcos de las puertas.
Jesucristo fue el Cordero de Dios que había de quitar los pecados del mundo.
Para corresponder al cordero pascual debía ser ofrendado en la Pascua. Dice
San Pablo: “Cristo, nuestro Pascua, ha sido sacrificado; así pues, guardemos
la fiesta nuestra.” Jesús comió de la oveja pascual, lo mismo que sus
discípulos. Luego tomó pan ázimo y fruto de la viña, que representaban su
carne y su sangre, e instituyó una Pascua nueva, la del grandioso Prototipo.
Jesús mandó a sus discípulos que observaran esa costumbre en memoria de su
muerte, como Pascua (ofrenda) original. Díjoles: “A menos que comáis la
carne del Hijo del hombre y bebáis su sangre, no tenéis vida en vosotros.”
Desde luego que la mera observación de la costumbre no valdría nada si no
expresara los sentimientos más arraigados del corazón. Los que siguen al
Señor deben recordar que su muerte fue el Precio de Redención del mundo, y
que sin ella, no habría esperanza de vida eterna para nadie. Los que así
creyeren sinceramente constituirán la Iglesia de los Primogénitos, y
obtendrán la vida eterna con anterioridad al resto de la humanidad por medio
de la Resurrección Primera. -Apocalipsis 20:6.
Todos los consagrados del Señor están representados en el Pan que se
quiebra, y en la Copa de sufrimiento, ignominia y muerte. -1 Cor. 10:16-17.
A los discípulos no se les ocurrió lavarse los pies los unos a los otros, ni
aún los del Maestro adorado; lo hizo Él, no obstante, como ejemplo de
humildad, mas no como ceremonia.
Después de la Cena, Jesús, con los once discípulos, fue a Getsemaní donde
Judas le traicionó a sus enemigos. Luego, en rápida sucesión, pasaron las
escenas dolorosísimas del juicio y de la crucifixión.
Gethsemane Sufferings
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