EVA ENGAÑADA.
El Nuevo Testamento confirma la historia del Génesis referente al engaño de
Eva y a la desobediencia de Adán a instigación de ella. San Pablo dice
claramente que Adán no fue engañado, y que por lo tanto era mayor su
responsabilidad. Las Escrituras declaran unánimemente que fue la
desobediencia de Adán lo que atrajo sobre la humanidad entera la justa
condena de Dios. Él fue el responsable. “Por tanto, de la manera que por
medio de un sólo hombre entró el pecado en el mundo, y por medio del pecado
la muerte, así la muerte pasó por todos los hombres.”
Aprovechándose de la curiosidad de Eva, Satanás la tentó a la desobediencia.
No creemos que la serpiente tuviese de necesidad que hablar, pero que con su
propia conducta la convenció que no existía peligro alguno en hacer aquello
que Jehová le había prometido.
Dios autorizó a nuestros primeros padres a comer de todos los frutos del
Paraíso con excepción de uno: el del “Árbol del Conocimiento del Bien y del
Mal.” Ése les fue vedado durante tiempo para probar su lealtad. Ellos
tuvieron aviso oportuno que si comían del fruto de ese árbol sufrirían la
condena que el hecho aparejaba. La serpiente comió de varios árboles y
pareció muy aficionada a ése, el único a ellos prohibido. Al observar
semejante conducta y el resultado tan opuesto a lo que ella naturalmente
esperara, Eva llegó a la conclusión que Dios les había vedado el mejor y más
deseable fruto del jardín. Por fin se convenció que si Dios no quería que
comiesen de ese árbol era para mantenerlos en la ignorancia y evitar que
supieran de todo como Él. Llevada del deseo de saber, cedió a la tentación y
comió.
Adán comprendió lo grave de la conducta de su mujer; pensó en los días de
soledad pasados en el Edén antes de que ella viniera, y que ahora, al
cumplirse la justa condena, ella le sería quitada, dejándolo de nuevo
solitario y triste. Fue más de lo que su corazón amante supo resistir, y
así, desesperado al comprender cuán incapaz era de salvarla, lo arriesgó
todo por quedarse con ella. Su muerte fue un lento suicidio; estuvo
muriendo, poco a poco, durante 930 años.
Temptation to Disobedience
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