LOS SEMIDIOSES DE EGIPTO.
Largo tiempo han ponderado los eruditos acerca de la causa u origen de la
Mitología Griega. Sin buscar más allá de la Palabra de Dios vemos que los
ángeles que materializaron antes del Diluvio fueron los dioses mitológicos,
y que sus descendientes, los gigantes, fueron los semidioses. Bien puede
esto ser motivo de seria consideración de parte de las personas de
inteligencia reflexiva.
Los egiptólogos han hecho hallazgos asombrosos en los sepulcros de los
Faraones. Tablas históricas se han hallado que trazan la historia de los
Faraones desde Adán -el primer Faraón. Pero esas tablas muestran tantas
más generaciones que la Biblia que los egiptólogos pierden toda fe en el
Génesis. ¡Se vuelven contra la Biblia, se aficionan a la alta crítica y se
agarran de unas tablas egipcias para salvarse del naufragio de la
incredulidad! Confiesan, no obstante, que esas tablas varían y que se
contradicen. Es cosa admitida que la más correcta es la Tabla Abydos,
hallada en el sepulcro de Setí Primero, que fue probablemente el Faraón a
quien el Patriarca José sirvió en calidad de Primer Ministro, y cuya muerte
se supone acaeciera unos ciento veinte años antes del nacimiento de Moisés.
Los críticos juzgan que esa Tabla sea un tanto defectuosa por el hecho de
ser más corta que las otras de igual índole. Esto no obstante, el Faraón
Setí Primero la conservó con cuidado sumo. Hizo que profundizaran sesenta
pies en la roca sólida y en el fondo de la excavación los obreros hicieron
una escalera en que grabaron la Tabla Abydos, de la cual una copia fiel se
encuentra en el Museo Inglés. Con bastante dificultad hemos conseguido una
fotografía de ella que tenemos el placer en presentar. Nuestro objeto es
probar que esta Tabla, la más correcta y la mejor de las Tablas egipcias,
corrobora la historia del Génesis.
La lista de los Faraones que contiene es mucho más corta que las otras,
porque ha eliminado a los dioses y semidioses. Es un record completo de los
jefes de la raza humana hasta el mismo Adán. Además, las omisiones ocurren
precisamente donde debían ocurrir, en la época del diluvio.