EL FIN DE AQUELLA EDAD.
Se usa con frecuencia en las Escrituras la expresión “Fin del mundo.” San
Pedro dice que el Diluvio fue el fin del mundo, pero esto no quiere decir
que la tierra dejó de existir en aquella época. Un mundo nuevo -un nuevo
orden de cosas- fue inaugurado. Esta idea está de acuerdo absoluto con el
griego, correctamente traducido. Nuestra versión corriente da,
desgraciadamente, un concepto erróneo del pensamiento original. En vez de
fin del mundo debía leerse fin de la edad, que es mucho más
correcto.
Pueden las edades sucederse, mas “la tierra perdura para siempre.” “Dios no
la formó en vano; la hizo para que fuese habitada.” Hasta ahora la tierra no
ha sido enteramente habitable, y en el sentido más completo, aún no ha sido
habitada. El propósito del Reino del Mesías será volver glorioso el estrado
de los pies de Jehová, y convertir la tierra en habitación apropiada para
los seres perfectos que habrán de vivir en ella.
Bajo el nuevo orden que principió con Noé y su familia, Dios permite a la
humanidad labrar sus propios destinos sin la intervención divina más que en
los casos extremos. Los deja que aprendan las lecciones que enseña la
experiencia y él, mientras tanto, lleva a término su gran Plan del cual la
Redención es el centro y el Reino del Mesías la circunferencia. Ese Plan
tiene por objeto el recobro de la raza humana de la degradación en que se
halla sumida - Romanos 5:12-14.
El tiempo empleado en el desarrollo de los designios divinos parece desde el
punto de vista humano, excesivamente prolongado, mas no así a los ojos de
Jehová, pues recordamos que “un solo día es para con el Señor como mil años,
y mil años como un solo día.” Durante seis de esos plazos de mil años Jehová
ha descansado de su obra o desistido de inmiscuirse en los asuntos del
mundo. En ese tiempo el pecado ha sido permitido porque en su Plan
misericordioso Dios había preparado el remedio: ya viene el Redentor, el
Mesías prometido, a restaurar a los obedientes y sumisos de la humanidad
entera la gloria que Adán heredara, y que a causa de su desobediencia se vio
obligado a renunciar. -Hechos 3:19-22; 2 Pedro 3:8.
Leaving the Ark
|