SAMUEL UNGE A DAVID POR REY.
La historia del niño David que fue elegido para ser el rey de Israel cuando
no era sino un pastorcillo, es intensamente interesante. El profeta Samuel
que le dio la santa unción fue guiado con cuidado especial por Jehová.
Samuel mismo había sido, en su juventud, elegido de Dios. Llegó la hora de
escoger al que debía suceder a Saúl que entonces reinaba, y todos los hijos
de Isaí pasaron por delante del profeta. Era una familia excepcional, y cada
vez que se le presentaba uno de los hijos, esperaba el profeta fuese el
elegido, mas Dios le indicó lo contrario. Nadie pensó en el pastorcillo allá
en el campo cuidando las ovejas hasta que todos los demás fueron rehusados.
Luego fue cuando llamaron al niño y resultó ser el que Jehová había
escogido. -1 Samuel 16:1-13.
Nuestro aprecio por la historia de David se aumenta al saber que su nombre
significa “amado”, y que es un tipo del Cristo, -Jesús y los fieles, los Amados
de Jehová, que habrán de heredar el Reino Mesiánico.
David recibió la unción real mucho antes de llegar a ser rey. Así también
Cristo fue ungido del Espíritu Santo al tiempo de su bautismo, y la Iglesia
en el Pentecostés, con mucha anterioridad al establecimiento del Reino. Las
pruebas y los sufrimientos a que David se vio sometido, le prepararon para
el alto puesto que había de ocupar. Del mismo modo, en el prototipo, el
Cristo y su Desposada, por medio de la penas y dificultades de su vida, y
las pruebas terribles porque tienen que pasar, se preparan para el altísimo
puesto que el Reino les ofrece.
En el típico Israel, el oficio de sacerdote y el de rey eran distintos y
aparte, pero en el Cristo los dos se confunden. Esto fue ejemplificado en
Melquisedec que fue sacerdote en su trono, Sacerdote Real, como lo será
también el Cristo completo durante los mil años de su Reino. Esto está en
armonía con las palabras de San Pedro: “Sois una raza escogida, un
sacerdocio real, nación santa,” y concuerda con el Apocalipsis donde dice
que los que tienen parte en la Resurrección Primera serán sacerdotes de Dios
y reinarán con Cristo mil años. -Apoc. 20:6; 5:10; 1 Pedro 2:9.