LOS GENTILES PARTICIPAN DE LA HERENCIA.
En su Pacto con Abraham Dios le prometió que por medio de su posteridad
bendeciría a toda la raza humana. Los judíos eran la Simiente Natural de
Abraham, y a ellos, propiamente, pertenecía la Promesa. Mas cuando todos los
judíos que aún poseían intacta la fe de Abraham, habían obtenido el
privilegio de ser coherederos con Jesús del Reino, San Pedro, por medio de
la autoridad concedida, hizo uso de la segunda Llave, abriendo con ella la
puerta de la oportunidad a los gentiles, para que ellos también pudieran
participar de las glorias del Reino.
Tres años y medio después del Pentecostés, el ángel del Señor apareció a
Cornelio. Le dijo que Dios estaba dispuesto ya a atender sus ruegos y tener
en cuenta su ardiente devoción; que mandara sus siervos en busca de San
Pedro que estaba en Joppe. Éste le diría ciertas cosas en las cuales era
necesario creer antes de ser aceptado por Dios y engendrado del Espíritu
Santo.
Tres mensajeros fueron a traer a San Pedro. Mientras tanto Jehová lo preparó
para recibirlos. Se le hizo comprender en un sueño que lo que Dios declarara
limpio, lo había de aceptar él sin remilgos. Creyendo San Pedro que su sueño
se relacionaba directamente con los siervos de Cornelio, salió enseguida
con ellos para la casa de éste. Halló al buen gentil y toda su familia muy
dispuestos a oírle. Él les refirió la preciosa historia de Jesucristo, su
muerte, su resurrección y el grandioso privilegio de ser miembros de su
Cuerpo.
Cuando así les habló San Pedro, lo escucharon con el más vivo interés, y al
terminar, aceptaron sin titubear las condiciones necesarias para ser
discípulos del Señor. Luego los reconoció Dios por medio del don del
Espíritu Santo que recibían todos los santos al principio de la Era
Cristiana. San Pedro, lleno de asombro al ver semejante manifestación dijo,
Si éstos ya han recibido el Espíritu Santo ¿quién pude negarles el bautismo
que después de todo no es sino un símbolo de consagración? En esta ocasión,
por vez primera, fueron injertados los gentiles en el “olivo” de que habla
la Epístola a los Romanos. -Romanos 11:17.